En el Burgerlich de Hamburgo no hay cartas de menú impresas. Los pedidos se hacen con la tablet. Y entonces se sirven rápidamente las hamburguesas de elaboración propia, las patatas fritas caseras y todo lo demás. Esto se hace patente al mediodía, cuando se sirven un promedio de 200 comidas en 150 minutos. Entonces se necesita una tecnología de lavado que esté a la altura.
«En mi opinión, MEIKO ofrece aquí las soluciones más inteligentes», según Sven Freystatzky, director general y uno de los fundadores. Y una tecnología de lavado fácil de manejar. Para mayor seguridad para el usuario y, con ello, mayor seguridad higiénica. De ello se encargan en el tercer restaurante de la cadena de hamburguesas dos lavavajillas bajo encimera M-iClean U y un lavavajillas de capota M-iClean H de meiko. Especialmente este último convence por sus secuencias de movimiento más fáciles y ergonómicas gracias al sistema automático de capota integrado. Basta con pulsar suavemente y la capota del M-iClean H se cierra.
Sven Freystatzky apuesta por MEIKO también en el tema de residuos húmedos, más bien dicho, por el sistema de tratamiento de desechos alimentarios BioMaster de GREEN Waste Solutions de MEIKO: se introducen todos los residuos de cocina y restos de comida en la estación de entrada, se pulsa el botón y listo. Los residuos se convierten en biomasa y se transportan dentro de un sistema cerrado a un tanque, que puede ser ubicado lejos del restaurante. En el caso del Burgerlich: en el sótano de un edificio de al lado. Allí lo almacena todo, ahorrando espacio, sin olores, sin plagas y sin refrigeración adicional. El contenido del depósito se aspira cuando está lleno y se aprovecha energéticamente y de forma sostenible en una instalación de biogas. «Para mí, personalmente esta es la posibilidad más limpia de eliminar mis residuos orgánicos. Todo restaurador debería adquirir una máquina así. Aunque sólo sea por razones higiénicas.»
En otros restaurantes, la mayoría de las veces hay cubos de basura, que se almacenan en un espacio refrigerado y ventilado. Lo que significa que se pierde un valioso espacio. «Esta es una tarea puramente matemática», dice Sven Freystatzky y estima brevemente cuándo comenzará a incluso ganar dinero con su sistema de tratamiento de desechos alimentarios. El resultado: los costes de inversión se amortizan tras aproximadamente cuatro años.